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La atormentada vida sexual de Robert De Niro, el actor de las mil caras

poringluiscalanche

Ago 13, 2023



Llega a los ochenta años Robert de Niro este 17 de agosto tras vivir dos sucesos, uno alegre y el otro, trágico. Aquel le produjo una gran satisfacción, al ser padre de su séptimo hijo. Unos días más tarde lloraba la desaparición de su nieto Leandro, de diecinueve años, víctima de la sobredosis de una droga que mezcló con cierto medicamento. Luces y sombras de un gran actor, cuya vida sexual le ha llevado en ocasiones a una búsqueda desenfrenada de placer. Quizás porque la soledad ha sido su compañera, o quizás es que la necesidad de tener siempre una mujer a su lado no ha sabido controlarla convenientemente.

Ocho décadas de existencia dan para mucho que contar, máxime tratándose de uno de los grandes de Hollywood, nacido en Nueva York en el seno de un raro matrimonio de pintores, pues el padre era homosexual y la madre, bisexual. Se divorciaron cuando Robert Anthony de Niro contaba sólo un par de años. Y él, siendo ya todo un famoso de la pantalla, contaría en un documental lo que le supuso saber un día el comportamiento sexual de sus progenitores.


La educación de Robert recayó en una de sus abuelas. Y él, prácticamente se crió en las calles de su barrio neoyorquino. Tenía palidez en su rostro, consecuencia de ello fue que sus condiscípulos escolares lo llamaran “Bobby Milk“. Tímido, introvertido, parecía acusar su desarraigo familiar, la ausencia de unos padres que lo fueran educando.

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De Niro y su colega Pacino | Archivo

Con dieciséis años adoptó la decisión de ser actor. Pasó por el Actor´s Studio de Lee Strasberg, escuela en la que se formaron desde Marlon Brando a otros ídolos del cine. Unas enseñanzas que en el argot cinematográfico se conoce como “el método”. Actores que siguen unas pautas exigentes para dar vida a personajes de todo tipo. Robert de Niro se especializó en aquellos pertenecientes a la Mafia. Ha sido “gángster” en distintas ocasiones, magníficamente dirigido por un experto en ello, Martin Scorsese. Ahí están estos títulos que retratan al mejor De Niro: Táxi Driver, El Padrino II, Uno de los nuestros, Goodfellas, Casino, Malas Calles, Érase una vez en América

Alguien lo etiquetó como “el actor de las mil caras”, aludiendo a su capacidad para dar vida tanto a personajes barriobajeros, del hampa, asesinos a sueldo, o bien otros de comedia, desenfadados. Y en cada una de sus interpretaciones siempre resultaba creíble. Sencillamente porque estudiaba a fondo las características de cada tipo que aceptaba representar, con un rigor sorprendente. Así, para ser lo más convincente posible en su papel en Taxi driver estuvo trabajando una temporada al volante de un taxi por las calles de Nueva York, Como aún no era un actor relevante (lo sería después de esta película) nadie reconoció su identidad artística.

Cuando le propusieron el papel de Vito Corleone joven se fue cuatro meses a Sicilia para dominar el acento de sus habitantes y aprender sus costumbres, la forma de hablar y manifestarse entre sus clanes. En New York, New York tenía que tocar el saxofón. Hubiera sido fácil simularlo. Pero se empeñó en ser él mismo quien tomara lecciones para hacer sonar debidamente ese instrumento. Virtudes de un actor que el público desconocía al contemplarlos en sus películas. Cuando firmó el contrato de Toro salvaje se comprometió a ganar peso: tenía que interpretar a un púgil norteamericano de los años 40, llamado Jake LaMotta, que era fornido. Robert de Niro ganó veintisiete kilos. Cuando el actor visitó Madrid para promocionar ese filme, nos contó el sacrificio que le supuso luego volver a su peso habitual.

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Robert De Niro | Archivo

Otra de sus peculiares anécdotas está relacionada con un “remake” cinematográfico, El Cabo del miedo. Quería Robert de Niro dar la impresión por sus rasgos faciales de ser un facineroso que causara en los espectadores una reacción de desprecio y asco. Para lo cual optó por ir a la consulta de un dentista, pagándole cinco mil euros a cambio de estropearle su boca cuanto fuera posible. Concluido el rodaje, fue a otro dentista para que le arreglara su dentadura. Hubo de satisfacer una minuta de veinte mil euros.

Robert de Niro tiene una filmografía espléndida. Y asimismo una densa biografía sentimental. Ha tenido amantes de lujo entre actrices y cantantes con las que ha trabajado, a saber: Bette Midler, Uma Thurman, Whitney Houston, Liza Minnelli, Naomi Campbell (“Fue el amor de mi vida”, confesó la tempetuosa modelo), nombres de primer orden a los que añadimos el de Ana Obregón, quien confesó haberse acostado con De Niro.

En cuanto a otras relaciones, algunas de las cuales acabaron en boda, anotemos cuanto sigue en tal apartado. Transcurría 1976 cuando celebró sus primeras nupcias, con la actriz Diahne Abbott, a la que ligó mientras rodaban Taxi Driver. Aportó una hija, Drena, de una anterior relación, que De Niro adoptaría, para más tarde tener un varón, Raphael. Después de doce años de convivencia, se divorciaron.

Entre 1993 y 1995 se encamó con Charmaine Sinclair, una chica inglesa que cuando empezó a acostarse con ella tenía veinticinco años. Era actriz porno. Acabó contando sus correrías sexuales con el actor en el diario británico The Sun, a cambio de un buen talón bancario. La policía descubrió que Charmaine pertenecía a una red de prostitución. Que tenía ciertas ramificaciones delictivas. Por esa razón a Robert de Niro lo “invitaron” a una comisaría, donde hubo de declarar por espacio de nueve horas.

Y en ese último año se enrolló con la modelo Tonkie Smith, padres de dos gemelos nacidos por inseminación artificial. Estuvieron unidos catorce años. La segunda boda del actor fue con una camarera, Grace Hightower, ex azafata norteamericana, que conoció en un restaurante londinense. Por vientre de alquiler tuvieron dos hijos, chico y chica. Se dio la circunstancia de que tras su enlace en 1997 y transcurridos unos años, se separaron, para casarse otra vez en 2004. Definitivamente, se dejaron para siempre.

Hay otros capítulos sentimentales en la activa vida amorosa de Robert de Niro. Flecos donde salió a relucir su incontinencia sexual, el irrefrenable deseo de llevarse a la cama a una mujer. Cuando iba a París recurría a una agencia de chicas de vida alegre, a la que estaba abonado. Alguna otra vez tuvo problemas con la justicia como cuando en 2019 fue demandado por una empleada, que lo denunció por acoso sexual.

En 2003 le detectaron un cáncer de próstata. Desde entonces se somete a revisiones médicas periódicamente. No nos cabe la mínima duda de que su vigor no ha decaído. Y así, en el transcurso de una entrevista televisiva hace pocos meses, le sacaron a colación que era padre de seis hijos. A lo que él añadió: “No, tengo siete. El último, nacido hace poco tiempo”. Dato que la audiencia desconocía, fruto de su relación con su última conquista, Tiffany Chen, de cuarenta y cinco años, instructora de artes marciales, monitora del llamado Tai Chi. Curiosamente, el anuncio de esa desconocida paternidad coincidió con su presencia en una cadena de televisión adonde había acudido para promocionar su última película, de significativo título en tal ocasión: “Todo sobre mi padre”, que también podría ser el de “Mi papá es un peligro” cuando se estrene en España.

Una desgracia vivió hace tiempo Robert de Niro, cuando en 2016 reveló públicamente que uno de sus descendientes, Elliot, era autista. Pero mucho peor ha sido para él aceptar la muerte de su nieto Leandro, a la que aludíamos al principio. Como actor principiante había aparecido en Cabaret y Ha nacido una estrella. Muy afligido en las honras fúnebres, el abuelo Robert de Niro no pudo contener las lágrimas ante las cámaras de televisión y fotógrafos presentes en la ceremonia.



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