Lo bueno de la terna
De esta terna habla bien el hecho de ser integrada por tres mujeres —un hito en términos de equidad de género—, y habla también el que se trate de exfiscales conocedoras de la investigación judicial, responsables de casos de alto impacto, con amplio conocimiento de la entidad y reconocimiento en el mundo de la investigación criminal —una de las debilidades de una entidad que no ha estado a la altura de los desafíos en materia de lucha contra la criminalidad, en un país con tanta demanda en materia de seguridad, que se origina en las políticas de seguridad pero se complementa en la actuación de los fiscales y los jueces penales—.
Igualmente, se trata de personas que no tienen ni aspiran a un perfil político, lo cual se necesita con urgencia para recuperar la imagen de una institución que se ha visto afectada por la evidente falta de preparación del fiscal Barbosa y porque su mandato se ha visto afectado por creerse el cuento de ser el contrapoder del gobierno, un papel que aceptó cuando fue ternado por su amigo el expresidente Duque, y que ha cumplido con ofensiva soberbia.
De las tres ternadas también habla bien que ellas no sean cercanas al presidente ni hayan ocupado un cargo en el gobierno, una tradición que se rompe, afortunadamente.
Uno de los retos de la nueva fiscal será recuperar la imagen de la entidad como una institución autónoma e independiente, y la imagen de la fiscal general como funcionaria que se dedica a la investigación criminal, y no a hacer cálculos políticos, en un contexto donde la investigación sobre el hijo del presidente exige del ente investigador total independencia e imparcialidad.
En ese sentido, la terna que propone Gustavo Petro es una buena señal en esa dirección.
Por otra parte, quienes han sostenido que el presidente debió inhibirse para presentar la terna para fiscal, desconocen que en la Constitución no existe esa posibilidad, puesto que esta no prevé un mecanismo distinto del señalado, y porque, en últimas, será la Corte quien elija quién ocupe el cargo.
Con esta terna, la Corte puede concentrarse en las capacidades y trayectorias de las candidatas, así como en su propuesta de política institucional, al margen de la presión política y cabildeo que se dio en la elección de los fiscales anteriores — apuestas políticas de los gobiernos de Uribe, Santos y Duque con efectos negativos para las instituciones colombianas y para la imagen y eficacia de la Fiscalía General de la Nación—.